Coquetear es una de las artes de la vida social más complicadas que hay. Para muchas personas, el ser coqueto implica cosas distintas. Por ejemplo, hay para quienes significa saber seducir con la simple intención de obtener a cambio un encuentro sexual, sin ninguna responsabilidad afectiva o nexo estable posterior; también hay quienes conciben en el coqueteo una oportunidad de obtener algo que desean o de salirse con la suya, mientras que para otras personas incluso puede ser algo muy casual y no especialmente consciente.
Lo más interesante de esto, es que el coqueteo, en todas sus formas, también puede generar efectos distintos en cada persona. Para algunos, pasar la noche coqueteando en un bar puede ser una muestra de interés que mejora la autoestima y da confianza en uno mismo, pero para otras personas, puede tratarse de un sentimiento de culpa y remordimiento que llega después, incluso si ya aprendiste a ligar de acuerdo a tu edad.
Entre tantas formas que adquiere el coquetear en cada persona y cada cultura, ¿cómo conseguir un coqueteo que sea bueno?
El buen coqueteo
El buen coqueteo es aquel que consigue, mediante la interacción de dos personas, que una de ellas (o en el mejor de los casos, ambas) se sientan mejor consigo mismas y adquieran mayor conciencia de por qué son deseables. Es decir, el buen coqueteo fomenta la autoestima y confianza de alguien, que todos queremos mejorar lo más pronto posible, ya que resalta las cualidades positivas de un ser a nivel psicológico y también físico.
Sin embargo, no se trata de una simple manipulación, sino de una dinámica placentera que busca atraer a otra persona.
Conseguir el coqueteo perfecto
Según expertos, para ser un maestro en el coqueteo, es importante conseguir tres elementos que son aparentemente contradictorios entre sí:
El buen coqueteo explota, de manera saludable, con uno de los puntos más placenteros del sexo: la idea del encuentro sexual, más allá del acto mismo. Y es que a todos nos interesa ese proceso de seducción previo a la consumación y encuentro de dos cuerpos. Incluso en las situaciones en las que no pensaste que podrías tener sexo, la idea en el imaginario de lograrlo siempre es estimulante. Y en esa estimulación se fundamenta parte del coqueteo.
Curiosamente, y en donde parece existir una contradicción inherente al coqueteo, un ejercicio de seducción no siempre tiene que terminar en sexo. A veces podemos coquetear con alguien solo por un momento, y luego decidir no concluir en un encuentro carnal. En esa tensión también se fundamenta el buen coqueteo. También, podemos dar seguimiento a un intento de ligue que en un principio nos parezca interesante, pero si después perdemos esta curiosidad, es válido tomar distancia. Incluso, ante un interés mutuo, es importante que cada persona siga su propio ritmo y decida en qué momento dar el siguiente paso al encuentro sexual o simplemente no darlo nunca. Idealmente todo esto se consigue con el apoyo de buena comunicación y empatía.
Recuerda que para que un coqueteo sea perfecto, es importante que este sea con consentimiento y sea mutuo. Si una persona no quiere coquetear contigo, debes saber que no es tu responsabilidad ni la del otro, sino que hay una incompatibilidad que puede tener muchos motivos como historias personales, problemas en casa, elección de ser fiel a otra pareja, poco tiempo o la cabeza centrada en otros intereses. Así que para que el coqueteo alcance su punto más perfecto, lo ideal es que las personas involucradas estén buscando lo mismo.